¿Cuáles son las características de un suelo perfecto para césped?

El suelo desempeña un papel fundamental en la salud del césped, aportando un soporte físico para las plantas, así como el agua, el aire y los nutrientes esenciales para su crecimiento.

Febrero 14, 2022
8 mins

Las características de un suelo perfecto varían en función de la situación y, en particular, de cuál va a ser su uso. El suelo está constituido por partículas sólidas, que pueden ser de naturaleza orgánica o mineral. La materia mineral se deriva de la descomposición mecánica (erosión) y química (meteorización) de partículas de roca en fragmentos más pequeños. El tamaño de los fragmentos puede variar desde rocas y gravas hasta partículas de tamaño más pequeño, como arenas, limos y arcillas.

La materia orgánica se forma a partir de vegetación muerta, como hojas caídas y raíces, junto con restos de larvas de insectos, hifas de hongos y microorganismos. Las partículas de materia orgánica varían desde restos reconocibles de plantas (materia orgánica sin descomponer) hasta materiales que han sufrido mayor división (humus), dependiendo del nivel de descomposición. La descomposición de la materia orgánica se debe a la actividad de los microorganismos del suelo y tiene como consecuencia la liberación de nutrientes.

La materia orgánica tiende a acumularse en una franja de unos pocos centímetros desde la superficie. Si existe demasiada materia orgánica, el suelo tendrá tendencia a retener agua, lo que influirá en la salud del césped, particularmente en cuanto a desarrollo radicular y susceptibilidad a las enfermedades.

 

La textura del suelo es importante 

Los suelos se clasifican según el tamaño de las partículas que los constituyen (arenas, limos y arcillas). La textura de un suelo influye de modo significativo en las propiedades de dicho suelo y en su comportamiento como medio de cultivo. Un material con tamaño de partículas uniforme (90 % de arena de tamaño medio) facilitará el movimiento rápido del agua y el aire en el suelo. Dicho de otro modo, un suelo de este tipo tendrá buenas propiedades de drenaje, pero presentará vulnerabilidad ante las sequías y será propenso a la lixiviación de nutrientes esenciales para un crecimiento sano de las plantas. Un suelo que contenga una combinación de tamaños de partículas, como diminutas partículas de arcilla atrapadas entre partículas de arena de mayor tamaño, contará con mayor número de poros pequeños. El agua quedará retenida durante más tiempo en un suelo de este tipo, dado que no se drena con facilidad. Estos suelos son vulnerables a la saturación de agua en periodos de lluvia intensa. La cantidad y el tamaño de los poros en un suelo recibe el nombre de «porosidad» y depende tanto de la textura del suelo como de su estructura, como explicamos más adelante.

La textura se puede evaluar en un laboratorio utilizando un juego de tamices o en el campo frotando suelo húmedo entre los dedos. Los suelos arenosos producen una sensación áspera, mientras que los limosos tienen un tacto jabonoso o sedoso. Los suelos arcillosos se pueden moldear fácilmente en bolas cohesivas. Un suelo margoso, que contiene en torno al 40 % de arena, el 40 % de limo y el 20 % de arcilla, constituirá un medio de cultivo muy bueno, pero con tendencia a sufrir si el tráfico en la superficie es intenso. En estos casos, será preferible un material con una proporción mayor de arena con respecto al limo y la arcilla, pero puede sufrir si no llueve o no se riega.

 

La estructura del suelo es importante

La estructura del suelo se puede definir como «la forma en que están dispuestas las partículas del suelo (arena, limo y arcilla)». Las materias mineral y orgánica se combinan entre sí para formar pequeños grumos o «agregados». En un suelo bien estructurado, los poros que hay entre los agregados serán lo suficientemente grandes para permitir el movimiento del agua y el aire. Si la estructura queda dañada debido a un uso intenso (maquinaria pesada, tráfico intenso de personas), el suelo se compacta y la porosidad del material se reduce. Esto ocurre cuando los pequeños agregados del suelo se unen para formar estructuras mayores, como terrones, que impiden el movimiento vertical del agua, el aire y las raíces de las plantas.

 

¿Es posible actuar sobre la textura y la estructura del suelo? 

Es posible mejorar tanto la textura como la estructura del suelo mediante la introducción de arena y la aplicación de procedimientos de aireado mecánico. Sin embargo, es esencial emplear arenas de forma y tamaño de partícula adecuados y aplicar suficiente cantidad para posibilitar la dilución necesaria de las partículas de tamaño pequeño. El uso de la arena incorrecta y la aplicación de una cantidad escasa puede provocar que el nivel de partículas compactadas sea mayor, provocando una reducción de la porosidad y la generación de un material con mayor capacidad de retención de agua.

La arena se debe aplicar como cobertera o integrada en el perfil superior del suelo durante la preparación de la cama de semillas. En la cama de semillas, se puede aplicar una cantidad mayor de material que la que se podría usar como cobertera, debiendo en este caso completarse con la aplicación frecuente de pequeñas cantidades para evitar la asfixia de las plantas.

Las técnicas de aireado mecánico (como son corte, pinchado sólido, pinchado en hueco o descompactación profunda) son esenciales para integrar el material aplicado en el perfil superior y para garantizar que no se crea una capa superficial que pueda conducir a la rotura del sistema capilar de las raíces. La actuación mecánica también trabaja el suelo, ayudando a mejorar tanto su estructura como la porosidad, con el fin de facilitar el movimiento del aire y el agua.

 

¿Es importante el pH del suelo? 

El valor del pH constituye la medida de la acidez o alcalinidad derivada de la concentración de iones hidrógeno en solución y en los puntos de intercambio de cargas negativas (minerales de las arcillas y partículas de materia orgánica). Cuanto menor es el valor del pH, más ácido es el suelo. Se considera ácido un suelo con pH inferior a 6,0, y alcalino si es superior a 7,0. Un suelo con pH comprendido entre 6,0 y 7,0 se considera neutro. Se puede medir el pH del suelo empleando un sencillo kit de análisis del pH para suelos, disponible en muchos centros de jardinería, o enviando una muestra a un laboratorio.

El pH de un suelo tendrá influencia sobre la disponibilidad de algunos nutrientes (como los fosfatos) y afectará al nivel de actividad microbiana responsable de la descomposición de la materia orgánica y el reciclado de nutrientes. El pH idóneo dependerá de la composición de especies del césped, pero teóricamente se debe mantener entre 5,0 y 7,0. Más específicamente, un césped ornamental que contenga las especies agróstide común y festuca debe idealmente mantener un pH de 5,0–5,5 para que tenga ventaja frente a la poa anual, que muestra preferencia por valores de pH más elevados, entre 5,5 y 7,5. El césped de áreas verdes con dominio de raigrás perenne prefiere un pH de 5,5–7,0.

Un pH ácido puede elevarse mediante la aplicación de cal, tanto en forma de caliza dolomítica (carbonato de calcio y magnesio) como de carbonato cálcico. También puede ser eficaz aplicar fertilizantes con nitratos y regar con aguas alcalinas, pero el efecto será más gradual. La alcalinidad se puede reducir empleando sulfatos, principalmente fertilizantes con sulfato amónico, o sulfato férrico.

 

Consejos para conseguir un césped de calidad superior 

Para mantener un césped sano, es esencial que las plantas desarrollen un sistema radicular adecuado, para optimizar la absorción de agua y nutrientes, en especial durante los periodos de estrés (clima cálido y seco). El suelo tiene una gran influencia sobre la capacidad para generar tales sistemas radiculares. Por ello:

  • Mejore la estructura y mantenga la porosidad mediante un aireado periódico. Los suelos compactados mal estructurados dificultan el desarrollo de sistemas radiculares sanos, dado que establecen barreras físicas para el crecimiento y restringen el movimiento de aire y agua.
  • Una mala textura del suelo puede ocasionar la restricción del drenaje y provocar el anegamiento en condiciones de humedad, limitando la disponibilidad de aire (oxigeno) en el perfil del suelo. Aplique arena en cobertera y airee para mejorar las tasas de infiltración y la porosidad del material. Si es necesario, instale un drenaje por tuberías en el subsuelo para disponer de una vía de desagüe.
  • Unos niveles elevados de materia orgánica provocan la restricción del movimiento del agua, creando un desequilibrio entre aire y agua en el perfil del suelo y reduciendo la actividad microbiana, por tanto, perpetuando el problema. Controle la materia orgánica mediante eliminación física (pinchado en hueco o con sacabocados, escarificado), aplicación de cobertera y control de aportes de fertilizantes y riego.
  • Un pH ácido restringirá la disponibilidad de nutrientes en la solución del suelo y reducirá la longevidad de los aportes de fertilizante. Si es necesario, corrija el pH de un área usando las enmiendas adecuadas (véase lo anteriormente indicado).

Son muchos los aspectos del suelo que es necesario tener en consideración para garantizar un desarrollo satisfactorio y el mantenimiento a largo plazo de un área de césped. Si es posible, las enmiendas del suelo se deben realizar antes de la siembra, cuando es más sencillo efectuar cambios sin preocuparse por los posibles efectos sobre la salud del césped. También se debe prestar atención a que las condiciones sean las adecuadas para llevar a cabo los trabajos. Si los suelos se trabajan en condiciones de humedad, la probabilidad de dañar su estructura será alta y esto afectará durante varios años a las prestaciones de ese suelo como medio de cultivo.